De tal palo tal astilla o la manzana que no cayó lejos del árbol.
La lectura como lazo que une a padres e hijos en
México
por Luis C Jiménez
por Luis C Jiménez
La mayoría de las personas que leen aceptaron haber
visto a alguien leer en casa durante su infancia.
En febrero
de este año el INEGI publicó en su Módulo de Lectura (MOLEC) información relacionada que me hizo
pensar mucho en lo que me contó mi amiga. De acuerdo al apartado de los “estímulos
para la práctica de la lectura en el hogar desde la infancia …”, al menos 60% de las personas que leen aceptaron
haber crecido viendo a sus padres leer, mientras que casi el 75% de los no
lectores contestó que “no los veía leer”.
En Estados Unidos las
estadísticas son muy similares, tanto que la asociación civil ProLiteracy publicó en su página de Internet que los hijos de padres con bajas habilidades
de lectura tienen el 72% de posibilidades de terminar en sus peores niveles
ellos mismos.
En el artículo “Lo que leían los pequeños escritores”, la revista digital Jus menciona
el caso de la ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007, Doris Lessing,
quien afirmaba haber comenzado a leer con cajas de cigarros los 7 años y de ahí haberse pasado a los libreros de sus
padres, donde conoció las obras de Dickens, Brontës, Kipling, entre muchos
otros.
Por último, y de acuerdo al estudio del MOLEC, el
39.5 % de las personas consultadas afirmaron que sus padres si se tomaban el
tiempo de leerles cuando eran niños. No cabe duda que de aquellos que crecimos entre
libros, de los que fuimos testigos del amor por la lectura, la mayoría hemos regresado
y, tal vez, repetido la ecuación. Hemos vuelto a las hojas, a las historias, a
la poesía, al ensayo, y tal vez lo hemos hecho a nuestro estilo, con nuestras
diferencias, lo hemos llevado dentro como una herencia silenciosa que nos hace
entrar en una biblioteca o una librería y sentirnos como en casa mientras
recorremos sus pasillos.
INEGI
MODULEC
Proliteracy
JUS Revista
Digital
Comments
Post a Comment